Allí se juntan clérigos y cofrades, soldados y bailaoras, señoras y plebe, y siempre ocurren buenos lances, ¡Allí se puja todo: el baile, los abrazos, la felicidad..., la vida del alma; el destino de las criaturas!"
¿En qué consistía dicha tradición?
"En el barrio de las cuevas de Guadix, Allí, las madres de las criadas que sirven en el casco de la ciudad colocan delante de su respectivo tugurio todas las sillas que poseen, a fin de que las ocupen los amos de sus hijas, convidados previamente a aquella fiesta, donde las señoras estiman mucho un buen sitio en que reunir tertulia al aire libre, lucir sus atavíos, ver la rifa y el baile, y hasta arrostrar las más encopetadas el deseado compromiso de bailar un poco, cual si fuesen humildes mozuelas de la clase baja.
Porque es de advertir que, en tales bailes, celebrados
enfrente de un altar portátil, donde se ve la efigie del festejado Santo,
Virgen o Señor, tiene el público facultad amplísima de pedir y rifar, por medio
de puja o subasta, así el que Fulana baile o no baile con Mengano, como el que
éste no abrace, o abrace de nuevo, a aquella con quien acaba de bailar..., dado
que lo que allí se baila y se ha bailado siempre es el fandango puro y neto,
danza que termina de obligación, como ya sabréis, con un inexcusable abrazo de
cada pareja... Los que no quieren que se realice lo que otro desea y paga,
tienen que dar mayor cantidad de dinero al necesitado Santo, y de esta suerte, que
bien merece tal nombre, se reúnen crecidos fondos para el culto de la venerada
imagen... ¡Veinticinco ducados le costó una vez a cierto corregidor el que su
esposa no bailase con el pregonero!"
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